11 de abril de 2008

Pongamos de pie a Don Arturo

Don Arturo Gonzáles es totalmente diferente de sus amigos. Pero junto a ellos fallece en una esquina del Mercado Modelo de Piura, en la temida zona Moscú. Fue atropellado hace cuatro años, a consecuencia de eso, no solo perdió su pierna derecha, sino también se le amputó su puesto de trabajo, y hasta una vida normal. Hoy vive postrado en un viejo colchón, donde también descansan cientos de moscas e insectos que a diario lo visitan. Son seis sus compañeros con los que convive en una comunidad olvidada, en un callejón al que todos deberíamos ayudar a encontrar alguna salida.

Es fácil augurar lo que harán no bien se levantan. Para ellos un día es como un jueves en el poema "Piedra negra sobre una piedra blanca", de César Vallejo. Todos saldrán a vagabundear, unos venderán caramelos, otros sólo sobrevivirán de las propinas o de los residuos que les brindarán en las afueras de algún puesto de comida. En el Moscú todos los días son iguales, ver como gente se divierte en las cantinas, literalmente hasta morir, triciclos con cosas que algún día fueron útiles, personas que juegan a empuñarse, también es apreciar una inmensa laguna artificial, de desagüe, que todos los días les dará los buenos días.

Como dice la canción: en Moscú el cielo es pálido, Moscú, Moscú, luces de película. Y en algo coincide, porque la zona Moscú se ha pintado de color cadavérico. Aquí no hay luces y nada que brille, pero sí la escena de la película más triste que haya visto y es Don Arturo el protagonista, que desde su colchón atestigua, adormecido por el alcohol, como las piernas de sus compañeros se alejan para saborear la calle, sabor del que también está impedido.

Me acerco a ellos. Se sorprenden al verme. Aún no son mis amigos, pero les saludo efusivamente. Don Arturo me invita a sentarme a su costado, accedo muy agradecido. No bien comienzo a invitarles algo que he preparado, escucho decir que Dios si existe. Quedo mudo por otras alabanzas que no las merezco, pero sé que debo agradecer a Dios por darme esa alegría. Todos comen desesperadamente. En un santiamén han devorado todo, no queda ningún grano de arroz. Es hora de repartir gaseosa que de seguro les endulzará el día.

Mis nuevos amigos parecen tener bien en claro la frase, “El alcohol es bueno para olvidar las penas” y de eso me da testimonio “El Llorón”, apodado así por otros de los macerados vaguitos que por ahí abundan. La presencia de su madre no sólo está en el tatuaje de su brazo derecho, un corazón que en su interior está escrito “Socorro Madre Mía”, también lo está impregnado en esa mente alcoholizada. De esto soy testigo cuando derrama muchas lágrimas por quien lo parió y le dio un momento de felicidad. Pero ahora todo es dolor que a diario calma con cincuenta centimos de cañazo, pegado a mí hombro me cuenta que maldice la vida que lleva, sin su Socorrito a su lado.

Me despido de don Arturo con un apretón de manos. No te olvides de mi sillita de ruedas, me dice de la forma más amorosa, lo siento como si fuese mi abuelito. Se lo prometo Don Arturo, yo regresaré con su silla de ruedas, le digo. Me despido de cada uno, les prometo regresar. Todos están alegres. Tienen los ojos tan alegres, brillosos, con resplandor de esperanza y alegría, lo sé porque me han preguntado cuándo regresaré. Les he respondido que seguido. Me lo agradecen, y les devuelvo aquel gesto.

El Llorón esta a un lado de todos, me agradece infinitamente, me solicita que lo abrace. Lo hago con una fuerza y cariño que a nadie he logrado dar en estos últimos años de de vida. Me contagian sus lágrimas. Pero recordar y ahogarme en mis dolores no es una tarea que hoy me he trazado. Se hace tarde, y tengo que seguir buscando a personas que acepten lo que he preparé a las seis de la mañana, hora en que ellos adormecen sus penas. “Hermano, acá sólo se sobrevive vagando y durmiendo, se vaga para comer, se duerme para ahogar las penas”. Me prometo a mí mismo regresar con aquella silla de ruedas para Don Arturo.


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    Donaciones (ropa, alimentos, etc.) dirigirse a "Moscú" en el Mercado Modelo de Piura.
    “El egoísmo es una nevera en donde nuestros corazones no deben permanecer”
Comentarios a este artículo:

13 comentarios:

  1. Ilustras muy bien lo que dice el viejo cuento: " Dijo el hombre: Dios mío, porqué permites que este mendigo sufra, no vas a hacer nada??? Y Dios le respondió: Te he hecho a ti..."
    Tus ojos ven más allá y más dentro. Precioso post!

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  2. ya ok richard no soloes el escritor q hace cuentos eroticodramticos ja aeso lo invente yo hector ahora esto estas cosas deberian salir en el correo en el tiempo en el comercio en los diarios locales eso es noticia con estas noticias la gente creeria a el mundo no es tan mierda como yo creia y eso motiva a q otroas hagan cosas buenas a veces unoq uiere hacer algo per piensa si a todos les llega porq yo debo fijarme richard nos da una gran leccion si suena cursi lode l agran leccion pero nos la da atodos tdos los dias salen cosas mals q las autotidades roban todo es matar robar estafar esa foto debe estar en primera plana de todos los periodicos de nuestra ciudad con un par de paginas las dos primeras eso nos haria mas felices a todos lo piuranos richard a partir de ahora te veo distinto jaa enserio Rudy

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  3. Ahora si se le puede llamar Richard Chavez el periodista

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  4. hola!!
    que bonita historia!!
    sería genial que hubieran más personas como tú...
    le has llevado la silla de ruedas?
    un saludo!!

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  5. Grande Richard... Gracias por ayudar a las personas... aun hay personas de buen corazon.

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